jueves, 28 de febrero de 2008

El signo: un instrumento...

Según Umberto Eco, el signo tiene un carácter secundario, donde este establece la relación entre una unidad de contenido y una unidad de expresión (lo realmente importante son esos dos elementos)
Se define así el signo como un medio, un instrumento utilizado para transmitir información, para decir, para indicar algo que alguien conoce y quiere socializar con el resto.
Le da un carácter universal, afirmando que cuando se habla de signo, se tiene que hablar de todo cuanto exista y se nombre en la naturaleza humana.

Me parece una posición muy acertada, que nos libera de darle una identidad y existencia propia al “signo”; lo realmente importante es lo que el signo representa (contenido y expresión).
Por otro lado, me parece muy acertada la función que Umberto Eco define para el signo en relación con la sociedad y la cultura. La razón de ser del signo es ser medio para comunicar algo a la sociedad y és al mismo tiempo fruto del proceso de socialización que vive una persona y su relación con la cultura a la que pertenece.

1 comentario:

Luz Yepes dijo...

Gracias Orlando por su participación.

Podemos complentar retomado la teoría de Saussure acerca del signo¨.
Es Ferdinand de Saussure quien aplica a los estudios lingüísticos la teoría del signo, novedosa en su tiempo y actualmente utilizada -enriquecida por diversos autores- no solamente en este campo, sino en los ámbitos de diferentes disciplinas, pues esta noción se ha extendido y actualmente son consideradas como signos las diversas manifestaciones humanas, e inclusive las manifestaciones de la naturaleza. Éstas se convierten en signos desde el momento que tienen que ver con el hombre, con el hecho de que son nombradas y que se habla de ellas con un tercero.

Saussure define al signo lingüístico como una entidad psíquica de dos caras, sien-do una de ellas un concepto (significado) y la segunda una imagen acústica (significante). Él mismo explica que el signo une no a una cosa con un nombre sino al concepto con su respectiva imagen acústica. "Hay entre ellos una simbiosis tan estrecha que el concepto boeur es como el alma de la imagen acústica [böf]. El espíritu no contiene formas vacías, conceptos innominados". Explica, asimismo, que la naturaleza del signo es arbitraria pues no existe razón alguna -salvo en el caso de la onomatopeya- para nombrar a un objeto de una manera y no de otra. Un ejemplo claro de lo anterior es el hecho de que dos palabras en lenguas diferentes puedan aludir a una misma representación de lo real: flor en castellano y fleur en francés.

Un aporte sumamente significativo es la noción de valor, que clarifica el hecho de que la lengua es, ante todo, un sistema. En efecto, por una parte el concepto aparece como la contraparte de la imagen auditiva en el interior del signo y, por otra, este mismo signo, es decir la relación entre significante y significado es, a su vez, la contraparte de los otros signos de la lengua. El valor resulta pues del lugar del signo en esta cadena de relaciones de tipo binario. El significado de un signo está determinado por lo que lo rodea y es un punto de contacto con el conjunto del sistema de la lengua organizado en una red de oposiciones. De acuerdo con el mismo Saussure, en la lengua sólo hay diferencias; en un sistema lingúístico solamente hay diferencias de sonido combinadas con una serie de diferencias de conceptos.

Este sistema de valores evoluciona en el tiempo -lo que Saussure reconoce como diacronía- bajo los efectos de una fuerza social, pues la lengua es la parte social del lenguaje, que existe en virtud de una especie de contrato entre los miembros de una comunidad, que debe servir necesariamente en el tiempo para expresar la evolución de las sociedades en todos los dominios de la actividad humana.

Saussure no es el único lingüista que conforma la noción de signo. Hjelmslev también basa la explicación de este concepto en el binarismo. En su caso se trata de una unidad constituida por la forma del contenido y la forma de la expresión, unidad establecida por la solidaridad llamada función semiótica. La sustancia del contenido (pensamiento) y la sustancia de la expresión (cadena fónica) dependen únicamente de la forma y no tienen existencia independiente. Para Hjelmslev la lengua es una red de funciones semióticas.

Otro autor que hizo aportaciones significativas con respecto al signo es Peirce, aunque de difícil comprensión debido a que año con año hizo modificaciones en sus conceptos, en ocasiones completándolos y en otras alterándolos considerablemente.

Para Peirce el signo es triádico, es decir que requiere de la cooperación de tres instancias: el signo mismo, el objeto y el intérprete, que es quien provoca la relación entre el signo y el objeto. La relación entre estos elementos se obtiene por el juego de dos determinaciones sucesivas del signo por el objeto y del intérprete por el signo, de modo que el intérprete se determine por el objeto a través del signo.


Saludos
Luz Marina